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sábado, 14 de mayo de 2011

Museo de Arte Caribbean University (MACU), Bayamón, Puerto Rico. Anaida Hernández: Sentidos y engaños, 2010


ARTIST -IN- RESIDENCE
Teresa Tió, Ph.D.
Curadora invitada
El arte no es cosa de juego, pero puede ser un juego. Parece ser lo mismo, pero no lo es. Anaida Hernández, Artista Residente de Caribbean University, ha abordado en múltiples ocasiones el juego como punto de partida para analizar y tomar posición sobre asuntos que la sociedad relega a un segundo plano porque resultan incómodas, porque son reveladoras de nuestras apatías, de la realidad que todos conocemos, criticamos, pero pocas veces nos comprometemos a transformar.

Anaida Hernández formula a través de su obra, propuestas para la transformación al involucrar al espectador en el proceso de mirar, ver y reconocer-se. Como si se tratara del método socrático, el arte ofrece la opción de descubrir aspectos éticos fundamentales. Confrontarnos con imágenes que son metáforas y símbolos de la justicia, el amor, el temor, la muerte, el miedo, la paz, la violencia, es una manera de hacernos conscientes y partícipes de los conflictos y de su posible solución. Nos dice Anaida Hernández: “…la experiencia cambia al ser humano y la interacción con el entorno cambia la conducta.” Se ha propuesto por tanto, ex – poner sus obras y sus ideas para implicar al espectador, y aplicar en ellas sus ideas. Y esa idea central la buscaremos y la podremos encontrar tras el título Sentidos y engaños

EN ESE sentido, el arte tiene el poder de la transformación. No sólo del entorno que interpreta, recrea o inventa, sino de la posibilidad de que en el espectador ocurra también un cambio, una metamorfosis. El artista, el creador, tiene los sentidos claros y prestos para recoger como con un radar los acontecimientos en su entorno, interpretarlos para construir una nueva realidad. En ese proceso de captar la realidad, la convierte y transforma para sumar al conocimiento y ampliar las posibilidades del ser humano de conocer y conocerse. Para que ese diálogo entre la obra de arte y el público se cumpla, el observador deberá hacer una ‘lectura’ de la obra. La lectura puede ser una experiencia puramente estética, puede además contener significados  objetivos y narrativos, puede incluso provocar rechazo, pero implica ese encuentro la participación de todos los elementos para cumplir el ciclo de la comunicación. 

UN POCO DE HISTORIA:
A lo largo de tres décadas, la obra de Anaida Hernández ha sido un continuo proceso de investigación y de estudio que la artista lleva a cabo como parte del proceso creador. Como cuestión de hecho, ese ha sido el procedimiento que ha guiado una parte sustantiva de los planteamientos éticos y estéticos de Hernández. Tomemos algunas de sus obras que ejemplarizan ese proceso creativo, junto al cual se privilegia el propósito de que el observador intervenga en la obra. Esta participación puede darse de forma textual, cuando la intervención es parte intrínseca de la obra, como sucede en Juegos ilegales, o 
Los juegos que jugamos. 

En la instalación Juegos ilegales, obra comisionada a Hernández por el New Museum de Nueva York, Hernández elabora una estrategia para involucrar al visitante. El asunto que aborda es la situación de los visitantes no esperados, rechazados y discriminados que son los inmigrantes ilegales, y como estrategia, Hernández nos tiende un anzuelo para que todos nos podamos sentir que somos visitantes ilegales. Este tema adquiere hoy mayor relevancia a raíz de la ley aprobada por la legislatura del estado de Arizona que tiene el propósito de identificar, perseguir y deportar a los inmigrantes ilegales. Para ello la policía puede recurrir a cualquier medio, por violatorio que sea de los derechos humanos. De esta manera, todo el que tenga un aspecto ‘diferente’ – sobre todo a los que parecen mexicanos – se convierte en un ilegal. Hernández deja la puerta abierta para que el visitante entre en un túnel oscuro. Ahí asume una identidad nueva, por supuesto, falsa y comienza el laberinto de juegos. Un juego que es una metáfora de la transculturación, del disloque cultural que sufre el inmigrante. Según entra en el túnel, sus experiencias, vida, familia, nacionalidad, referencias culturales, pasan por un proceso de cuestionamiento cuando las normas y leyes del nuevo orden provocan un desbalance que le puede costar la vida, su forma de vida. De manera que el juego no es un juego, es la ruleta de la vida misma. Aparece también la rueda de la fortuna, la ruleta que del sueño americano, The Wheel of Fortune. ¿Lograrás tu sueño? ¿Te jugará el destino una mala pasada? Entramos en el casino como si fuera la vida, con la incertidumbre de un futuro desconocido, incierto, eso es lo único real.


El juego como metáfora de la vida toma la forma de un crucigrama en Los juegos que jugamos. Con el juego de letras formando palabras en un cruci/grama, Hernández construye una instalación xilográfica que se presentó en la XI Bienal de San Juan del Grabado Latinoamericano y del Caribe, 1995. Con el mismo título comenzó la metáfora. Las palabras y las imágenes se van formando y se transforma el pasatiempo en una referencia sobre la violencia a la mujer. El uso de las letras impresas de tacos de madera, crea un contraste entre extremos. El blanco y el negro de los grabados crean una tensión implícita que reiteran las palabras referentes a la violencia machista.

Con el tema de la violencia contra la mujer, Anaida Hernández creó, en 1994 uno de sus instalaciones más celebradas, Hasta que la muerte nos separe. Este es un conjunto de 100 cuadros de pequeño formato que forman igual número de nichos dedicados, cada uno, a una mujer que fue asesinada por su compañero o marido entre 1990 y 1993. La violencia machista, que es el término empleado para sustituir la expresión violencia ‘doméstica’, eufemismo que oculta la identidad del victimario, es interpretado con varios recursos. Los nichos son negros y en su interior Hernández pinta una referencia a la mujer que ha dejado de ser un número en el ‘score’ del crimen para asumir su identidad y acusar así el horrendo crimen. El negro domina el conjunto, lo que crea un ámbito luctuoso, de desolación, de pérdida. La repetición modular es un recurso que funciona a manera de reiteración del hecho que se narra. Cien nichos, cien mujeres asesinadas, cien historias para no olvidar, forman el muro escrito con los nombres de las mujeres y pintados con fragmentos de cuerpos, con bocas, manos, color rojo de sangre, de pasión. Este muro es un grito sordo, no un lamento. Es un reclamo que hace la artista al enfrentarse con uno de los problemas sociales más graves del país, realidad que ella transforma en espacios de valor estético y expresivo. Esa es una función que Anaida ha asumido como artista, y que con plena conciencia manifiesta artísticamente.    

PROMETEO LAB: SOBRE LOS SENTIDOS Y LOS ENGAÑOS

Las obras que la artista residente Anaida Hernández de Caribbean University presenta en la exposición SENTIDOS Y ENGAÑOS, son el resultado de otra búsqueda que la artista hace del  comportamiento y la naturaleza humanos. Con el tema JUEGOS, la artista espera, no sólo la presencia del espectador, sino su participación. El veedor se puede convertir en actor. No cabe duda que el juego ejerce una atracción muy poderosa sobre el individuo, es un asunto riesgoso, supone ganancia o pérdida, sufrimiento o felicidad, no sabremos el resultado a menos que tomemos ese camino, por eso es atrae.

El proyecto, que la artista bautizó con el nombre de Prometeo Lab, título metafórico de la creatividad, la rebelión y la búsqueda del fuego como fuente para el surgimiento de la civilización, es un taller que Hernández conceptualizó hace varios años en el que se funden el arte y la ciencia. Ambos mundos, que contrario a la creencia general de que son polos opuestos, en realidad se han fundido a lo largo de los siglos, hoy se reconoce en la integración de la ciencia y el arte. Se pone al servicio del público universitario en particular y de los interesados en las artes, una visión holística que amplía las posibilidades del conocimiento y responde a la búsqueda infinita que debe conformar el espíritu académico en la universidad.

La selección de obras en esta exposición obedece a un enfoque central, el de la percepción y los sentidos. Para elaborar este acercamiento, Anaida Hernández recurre al desarrollo de varias series. La imagen seriada ofrece la opción de abordar los temas en una secuencia sin límite. De esta manera no es UNA la obra que expresa una idea sino que, en la sucesiva indagación e investigación sobre los asuntos planteados, la artista amplía las posibilidades cognoscitivas de su búsqueda. El arte entonces asume una dimensión que trasciende el hecho creativo para transformarse en realidad. Se trata de la verdad poética que la imaginación puede alcanzar. Si el arte es un reflejo del mundo que rodea la realidad de la artista, es también la realidad, una nueva verdad que nos ofrece la opción de ver y descubrir lo desconocido. La artista lo expone de esta manera: “Esta exploración me ha ayudado a entender más mi trabajo artístico y la de otros, a corroborar lo que siempre había sospechado: el arte es transformador, puede implicar al que lo mira y cuando recibes entrenamiento de las artes puede influenciar en las capacidades cognitivas.”

En la serie Paisajes neuronales, Hernández aborda el ámbito de los sentidos, de los cinco sentidos: el olfato, el gusto, el oído, el tacto y la vista. Este interés en los aspectos sensoriales se produce como efecto de la investigación sobre las neuronas que ella lleva a cabo desde hace varios años. Que un artista indague aspectos inherentes a la ciencia y lo transforme estéticamente forma parte de la curiosidad y la búsqueda del artista.

Sabemos que la relación entre arte y ciencia tiene una larga historia.  Actualmente el Bio Arte, el Eco Arte, y el Arte-Clima han ido surgiendo como respuestas a situaciones críticas en la sociedad moderna. Por otro lado, en la relación arte y ciencia, el arte puede cumplir una función como motor para el desarrollo de descubrimientos científicos. Pensemos en Leonardo da Vinci y sus inventos mecánicos, imaginados y comprobados teóricamente como el helicóptero, el tanque de guerra o el acqua lung, que siglos más tarde se hicieron realidad. En Puerto Rico, Julio Rosado del Valle (1921-2008), es posiblemente quien con mayor intensidad ha indagado sobre estos aspectos y en cuya obra observamos los hallazgos del mundo no visible al ojo común, pero sí al del científico. Entendemos que una reproducción de lo que se mira a través de un microscopio no es arte, se convierte en arte cuando el artista lo traduce por medio de su sensibilidad y percepción del mundo.  

Ese vínculo lo reiteran obras como la serie Paisajes neuronales en los que el estudio de las neuronas, sus formas, colores y manera de integrar la información se traduce en obra de arte. Otro de los aspectos de innovación e investigación que Hernández lleva a cabo es la búsqueda de medios y técnicas para la realización de su trabajo. En esta serie Paisajes neuronales, nos interesa mencionar la técnica empleada ya que ofrece una primicia en su trabajo. Se trata de pinturas hechas en cemento sobre ‘plycem’. 

Actualmente existe una gran variedad de cementos industriales que ofrecen diversas calidades. En este caso, la artista prepara la superficie con una capa de cemento previamente mezclado con color con lo cual adquiere carácter permanente. Sobre esa superficie, y mientras no ha fraguado del todo, la artista puede hacer incisiones y crear texturas. Sobre la superficie pinta con diversos pigmentos como el óelo, el acrílico y tintas. El resultado es una obra resistente, que puede tener una textura granulada,  que se puede grabar sobre ella. 

El perfume, como todas las pinturas de esta serie, tienen forma circular y sus bordes irregulares dejan la superficie abierta, como para sugerir un espacio que puede extenderse. Pero además es una referencia a la forma de la neurona, que se estructura, de acuerdo a los hallazgos del científico español Santiago Ramón y Cajal (1852-1936), en una forma circular desde la cual se ramifican la estructura que lleva a cabo la compleja función de transmitir la información dentro del sistema nervioso. La idea del círculo se relaciona con el concepto de la totalidad. Predominan los azules y se dibuja el trazo de los perfiles en el cemento en bajo relieve, los perfiles de un hombre y una mujer que se acercan a la flor roja que los mira. Su ojo se repite a lo largo del dibujo para acompañar a las figuras.  

En El susurro, surge el sonido sugerido desde un arabesco de formas orgánicas que se entrelazan en el espacio. Cuatro perfiles de mujer rodean el ‘tondo’ en cuyo centro fluyen las líneas ondulantes de colores calientes. La armonía del susurro entre las cuatro mujeres pone de manifiesto la correspondencia que hay entre ellas, la comunicación.

De aprender nuevas formas de percibir o de sentir trata esta búsqueda de formas, esa búsqueda de sensaciones subjetivas que Hernández desea objetivar. El sonido, el sabor, el tacto, el calor, sensaciones que percibimos cada cual de manera diversa. Las pinturas de Hernández que giran en torno al tema de los sentidos y exponen al espectador al proceso de percepción, tienen implícito la posibilidad del engaño. En alguna medida, la percepción depende de las experiencias y de la disposición de cada individuo. A través de la experiencia sensorial podemos captar la realidad. Pero es preciso también considerar que los sentidos pueden ocultarla o enmascararla. Es como un círculo, no podemos precisar dónde comienza y dónde concluye, pero sabemos que está ahí.  


También con el juego de los sentidos Hernández presenta varias pinturas de la serie Seducción=poder (2009). Se trata de otra proposición lúdica. Lo lúdico y lo sensual son un histórico binomio que se encuentra representado en signos visuales, en referencias que cada observador puede ‘leer’ con diversos resultados. El elemento reiterado son las piernas femeninas que aparecen extraídas del resto del cuerpo. En ocasiones los pies están calzados con zapatos puntiagudos de tacos muy altos, o estar descalzos. Esta selección de un elemento, de una parte del cuerpo, permite concentrar los elementos significantes para atrapar al espectador y llevarlo a la búsqueda de una lectura personal. De ahí que el vínculo entre la artista y el observador se abra a la posibilidad de una reflexión, de un diálogo.

El juego de la seducción como forma de poder se manifiesta de manera dual en Toma de poder. En esta propuesta, las piernas forman una ruleta policromática creando en su giro una sensación de movimiento y acción. La relación entre las piernas, que son emblemáticas de lo femenino y el poder, es un doble juego. Por un lado, la ruleta formada por piernas es, como juego, una forma de seducción; pero también las  piernas, como objeto, han sido un signo de atracción empleado y explotado por los medios publicitarios y el cine por su fuerza expresiva y seductora. De manera que se funden dos seducciones.  

En la cultura y la tradición religiosa puertorriqueña, el exvoto pone de manifiesto la religiosidad de nuestro pueblo. Son numerosas las imágenes que reciben como ofrenda figuritas y pequeños objetos de plata, latón o algún otro metal, donde expresan su agradecimiento por un favor concedido. Esta expresión popular pone de manifiesto la certeza y el convencimiento de que el favor se debe a la intersección de un santo, virgen, o beato. Peticiones, de la serie Manos, es una instalación tridimensional que pone a disposición del observador la posibilidad de hacer real su petición. Las cien manos van a recibir el deseo o la petición de aquellos visitantes que quieran hacerse partícipes del juego del deseo. La multiplicación de las manos, cada una de las cuales tiene pintado un objeto de la vida cotidiana, como puede ser un diente, un libro, una flor, unos labios, o una tarjeta de crédito, llama poderosamente la atención y produce un efecto de muchedumbre en alzada. Los brazos de diversos colores están  colocados en el suelo con las manos abiertas y se ordenen en forma de espiral, signo que tiene diversos significados, pero que siempre ha sido un símbolo con significados trascendentes como la evolución del universo, o formas cósmicas en movimiento, entre otras. Las peticiones pueden ser, en su ubicación espacial, expresión de las necesidades y anhelos del ser humano. Pero también esa colocación puede sugerir un signo de interrogación. Y es que el juego que iniciamos con la petición puede ser serio. La petición nos hace cómplices de nosotros mismos para propiciar la realización de esa petición. El arte entonces, continúa su juego con la vida, que en este caso y de forma directa involucra al espectador.


La paloma es un ave que tiene una fuerte carga simbólica.  En la religión católica, es el Espíritu Santo, o los apóstoles, también simboliza la paz, la pureza, por eso su referencia puede provocar múltiples alusiones. La serie El vuelo de las palomas es uno de los trabajos realizados durante el más reciente año de la estancia de Anaida Hernández como Artista Residente de Caribbean University. Se trata de una serie-metáfora que invita al acto de percibir, de establecer relaciones de colores y significados.

Hernández define el ámbito de cada imagen empleando preferentemente un color dominante. La monocromía que predomina en la figura de la paloma es acompañada por ondulantes pinceladas de tonos y trazos de color derivados del color principal o de sus complementarios. La densa pincelada se va desplazando en movimientos de espiral, en líneas curvas, que dan agilidad y movimiento a la superficie y a las palomas en vuelo. Desde arriba, evoca la visión más convencional de la paloma, la blanca, pero la forma en que está pintada, con vibrantes trazos de pigmento y agitación en sus contornos, la transforma en un foco de luz y movimiento. Por el contrario, la versión de la paloma en  Rojo pasión crea un efecto opuesto en términos del color. Los colores calientes, rojos, naranjas y amarillos producen una sensación activa y de agitación.
Sentidos, engaños, sensaciones, todo parece un juego. Pero no lo es. Es un asunto serio. Tan serio como la vida misma, que a fin de cuentas, puede que sea un juego.

La autora es Catedrática (ret.) del Departamento de Bellas Artes de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Puerto Rico, es curadora y crítica de arte (AICA), y fue directora ejecutiva del Instituto de Cultura Puertorriqueña (2001-2005).


Imaginar la realidad
Periódico El Nuevo Día


Noticias
25 Agosto 2010

Anaida Hernández inaugura hoy su exposición “Sentidosy engaños”

Observa los rigurosos datos que provee la ciencia con la ambigua subjetividad que ofrece la mirada del arte. Así, artísticamente científica, la artista Anaida Hernández reflexiona en su obra acerca de la multiplicidad de explicaciones que las investigaciones científicas han encontrado para explicar la existencia, la conducta y todo aquello que aborde la existencia humana.

Esas son algunas de las ideas que estarán presentes en la exposición “Sentidos y engaños” que inaugura hoy a las 7:00 p.m. en Caribbean University, Recinto de Bayamón, institución donde Hernández es la artista residente.

La muestra consta de cinco series trabajadas a lo largo de la vida de la artista. Suman un total de 19 piezas entre instalaciones y pinturas que permanecerán expuestas hasta el 25 de octubre en horario de lunes a viernes de 9:00 a.m. a 5:00 p.m. Las series se titulan: “Paisajes neuronales”, “Vuelo de las palomas”, “Seducción = Poder”, “El vuelo” y “Fórmula Secreta”.

“La relación del arte y la ciencia es muy antigua. He estudiado cómo se ha manejado esa relación a través de la historia del arte, se juntan y se separan. En el siglo XX es cuando más separadas han estado, pues luego de la revolución industrial, cuando se dividen y se especializan los oficios, hay un quiebre”, describe Hernández acerca de la base de sus indagaciones artísticas en las que recorre por ejemplo el modo en que la neurociencia estudia la forma en que aprende el cerebro.

“Todo ese conocimiento sobre la plasticidad cerebral, sobre el hecho de que el cerebro se va modificando a medida que se enfrenta con el ambiente, con la cultura. Ese conocimiento también lo uso con mis estudiantes”, dice la artista quien regresó al país hace dos años, luego de vivir en Nueva York. Esta muestra integra tres décadas de creación.

“Ver todas las series juntas me ha ayudado a entender mi propia obra”, añade quien ha disfrutado sobre todo el proceso de investigación.

“Siempre hemos sabido que las artes son buenas para la educación, pero ahora tenemos conocimiento científico que lo confirma. El arte activa unas sustancias en el cerebro como la dopamina y ese químico está relacionado con el placer. Se aprende mejor con alegría que con empujones, se motivan, logran enfocarse”, elabora sobre los efectos que ha podido experimentar con sus alumnos.

En esa misma línea, Hernández hace referencia a investigaciones que han revelado que se experimenta a nivel cerebral una sensación similar cuando se vive una experiencia que cuando se imagina.

“Los invito a que se visualicen logrando las metas que desean. Una de las obras son cien manos con símbolos relacionados a lo cotidiano, cada mano es un deseo que existe porque puede pensarse”, finaliza Hernández, quien confía que si de algo es capaz el arte es de imaginar la realidad hasta hacerla posible.