Presentada en la XV Bienal de La Habana (2024–2025), surge como una respuesta a un mundo en llama y violencia. Esta obra celebra los logros de las mujeres frente a las múltiples opresiones del patriarcado, al tiempo que conmemora los 30 años de la instalación Hasta que la muerte nos separe, presentada en la V Bienal de La Habana (1994), que abordaba la violencia machista y la equidad de género en Puerto Rico. La pieza se construye como metáfora de liberación: las fuerzas femeninas se representan en búhos o mucaras feminizadas, símbolos de inteligencia y emoción unidas, mientras que las fuerzas masculinas aparecen como buitres, encarnando la opresión patriarcal irracional y absurda.
"En mi práctica, los materiales son parte activa del discurso: una amalgama de acrílico, cemento, polvo de marmol, tierra, arena, pigmentos, otros. PR-R, Poder, Resistencia, Rebelión se convierte en un espacio simbólico donde lo conceptual y lo afectivo convergen, ofreciendo un territorio para la resistencia, el asombro y la transformación".